Empieza la segunda fase de la campaña “No hay Almería sin cielo” para recordar, desde Calar Alto y el IAA-CSIC, la importancia de conservar un cielo oscuro, incluso en navidades. Cuando los pueblos y las ciudades se iluminan con millones de luces decorativas – un número tan excesivo como el consumo en estas fechas –, aumenta la contaminación lumínica. No olvidemos que el cielo estrellado también es parte de la magia navideña: ¡esta Navidad, ni una estrella menos!
Las luces de las ciudades, tanto el alumbrado público como el privado, se esparcen en la atmósfera, generando un halo luminoso que se extiende a kilómetros de distancia, donde se reduce la oscuridad natural de la noche. Este fenómeno de contaminación lumínica afecta a la salud de los habitantes así como a la fauna y la flora (peri)urbanas, ya de por sí mermadas. En los grandes centros urbanos, ahogadas en un día artificial, las estrellas perceptibles a simple vista se reducen de las 3000 visibles en un cielo no contaminado a unas pocas decenas.
Hoy en día, la contaminación lumínica alcanza la mayoría de los observatorios astronómicos profesionales, como Calar Alto. A pesar de su situación privilegiada, en lo alto de la Sierra de los Filabres, bajos los mejores cielos de Europa, el mayor observatorio del Viejo Continente se ve amenazado por la contaminación lumínica. En particular la generada por las zonas costeras más densamente pobladas de la Provincia de Almería, distantes de unos 50 km.
Para concienciar a la ciudadanía, el observatorio y su centro de referencia, el Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC, Granada), lanzaron en enero del 2025 la campaña “No hay Almería sin cielo” que, además de un sitio internet dedicado, se difundió por los medios de comunicación almerienses. Se trata también de recordar lo importante de preservar la oscuridad de la noche para cuidar el medio ambiente y la salud humana.
No solo queremos mantener la calidad exquisita del cielo de Calar Alto para seguir haciendo ciencia puntera. Con esta campaña, pretendemos igualmente proteger el cielo como patrimonio cultural de todos los almerienses, cuyos primeros ciudadanos, en el poblado de los Millares hace cinco milenios, ya eran grandes observadores del firmamento.
En esta segunda fase de la campaña, queremos enfatizar que la contaminación lumínica es un fenómeno variable: además de la tendencia general al alza (unos 2% más cada año...), puede aumentar durante ciertos periodos debido a causa naturales (fuerte humedad, polvo en suspensión, erupcioens volcánicas, ...) o artificiales, como en los “macroeventos”.
Un estudio del CSIC ha demostrado como las grandes festividades religiosas y culturales modifican los patrones de contaminación lumínica a gran escala. Por ejemplo, en Europa y en América, de cultura esencialmente judeocristiana, la contaminación lumínica crece claramente en navidades. En los países con una mayoría de población musulmana, la iluminación aumenta durante el mes de Ramadán. Pasa lo mismo en China, durante las celebraciones del año nuevo chino (enero-febrero).
Pero ¿no se podría celebrar todas estas fiestas, esperadas e incluso sagradas para mucha gente, respetando mejor esa otra mitad de nuestra vida: la noche, oscura por definición?
El alumbrado público es un plus indiscutible para la seguridad ciudadana y el mantenimiento de las actividades económica y culturales a lo largo del año, en particular en invierno cuando anochece pronto. Sin embargo, la profusión de luces puramente decorativas, iluminadas toda la noche para adornar las calles, los comercios (la conocida técnica del marketing luminoso para atraer a la clientela) e incluso los edificios privados (ventanas, balcones, fachadas adornadas) genera un exceso de luz con la correspondiente subida del consumo eléctrico y de la contaminación lumínica.
En muchas ciudades europeas, las decoraciones navideñas se activan ya en noviembre y permanecen encendidas toda(s) la(s) noche(s) hasta Reyes. Algunos ayuntamientos presumen de tener la iluminación navideña más espectacular como reclamo turístico, olvidando el impacto sobre el medio ambiente (consumo energético, perturbación de los ecosistemas y hasta del sueño humano) y la pérdida de un único patrimonio cultural común a toda la humanidad, desde los tiempos prehistóricos: el cielo estrellado.
Desde el observatorio de Calar Alto y el IAA-CSIC, creemos que se puede disfrutar de las navidades y del maravilloso cielo estrellado de invierno usando un alumbrado inteligente, de bajo brillo pues de bajo consumo, orientado preferentemente hacia el suelo y no hacia el cielo, y que se apague a una hora razonable (p.ej., a medianoche), durante un mes, no mucho más.
¡Esta Navidad, ni una estrella menos!
El Observatorio de Calar Alto es una de las infraestructuras que pertenecen al Mapa Nacional de Infraestructuras Científicas y Técnicas SIngulares (ICTS), aprobado por el Consejo de Política Científica, Tecnológica y de Innovación (CPCTI) el 11 de marzo de 2022.
COMUNICACIÓN - OBSERVATORIO DE CALAR ALTO
gbergond @ caha.es - (+34) 950632500