El planeta Venus siempre ha fascinado a los seres humanos. Después del Sol y de la Luna, se trata del tercer astro más brillante en el cielo. Tal “faro” de color blanco inmaculado ya llamaba la atención de nuestros antepasados. Era venerada como divinidad por los pueblos de la Antigüedad, como la conocida diosa del amor de los romanos. El calendario de la cultura maya (pueblo que vivía en la actual península del Yucatán, México) se basaba en parte en la visibilidad de Venus.
Al ser un planeta interior, Venus solo aparece alto en el cielo crepuscular unas horas después de la puesta del sol o unas horas antes del amanecer. Además, presenta fases, como bien lo vio Galileo al apuntar por primera vez al planeta con su catalejo en diciembre de 1610: se parecía mucho a la Luna, con su fase creciendo (y su tamaño decreciendo) hasta aparecer casi como un disco cuando está al otro lado del Sol, lo que llamamos conjunción superior. Esa observación fue un argumento decisivo adicional para que el gran físico toscano defienda la teoría heliocéntrica, lo que le valió luego muchos problemas.
Hoy en día, sabemos que el planeta Venus es a la vez muy parecido en tamaño y masa al nuestro, pero muy diferente por su espesa atmósfera con un efecto invernadero desbocado, que la hace tóxica y ardiente en superficie, donde la temperatura haría fundir el plomo. Estudiar Venus y su atmósfera es crucial para entender qué le ocurre a un planeta de tipo terrestre cuando experimenta un efecto invernadero extremo, y nos puede dar pistas sobre cuándo podríamos llegar a un punto de no retorno en nuestra emergencia climática.
Sin embargo, estudiar su atmósfera no es una tarea sencilla, y mientras llevamos casi un siglo estudiando con detalle las nubes de su lado diurno que pueden verse en imágenes ultravioleta y visible, su lado nocturno fue un misterio hasta que en las décadas de 1980 y 1990 los astrónomos descubrieron entre 1 y 2 micras (nuestros ojos solo ven entre 0.4 y 0.7 micra) varias ventanas espectrales en las que su densa atmósfera deja escapar radiación infrarroja que permite ver las nubes más profundas e incluso su desconocida superficie (que es el objetivo principal de EnVision, la nueva misión espacial a Venus de la Agencia Espacial Europea).
En este contexto, el investigador de la Universidad de Sevilla Javier Peralta lidera un proyecto del programa EMERGIA de la Junta de Andalucía titulado DUVAC (Discovering the Unknown in Venus' Atmospheric Circulation) que ha permitido avanzar con firmeza en el estudio de las nubes y la superficie de Venus. Esto se ha conseguido mediante la instalación en el telescopio de 1.23 metro del Observatorio de Calar Alto de una FirstLight C-RED 2 ER, una cámara infrarroja SWIR de nueva generación.
La instalación y uso de dicha cámara “SWIR” en Calar Alto es el fruto de un Convenio de Colaboración entre CAHA y la Universidad de Sevilla que se ha firmado en febrero de 2025, en el marco de un amplio protocolo de actuación anterior.
Entre los objetivos científicos de DUVAC está el estudio de la evolución temporal de las nubes profundas, vientos y aerosoles de Venus para encontrar evidencias de un cambio climático en este planeta, y obtener medidas de alta precisión de los vientos en Venus, explorando regiones donde su circulación atmosférica no está del todo clara.
Según Javier Peralta, “Esta nueva cámara infrarroja posee unas prestaciones únicas, ya que es sensible a varias ventanas espectrales que van a permitir observar las nubes profundas de Venus, los fenómenos de fluorescencia de su alta atmósfera, y la emisión térmica de su superficie que podría proporcionar evidencias de actividad volcánica reciente de gran interés. Este tipo de observaciones no sólo garantizan la continuidad de los estudios iniciados con las anteriores misiones espaciales Venus Express (ESA) y Akatsuki (JAXA), sino que también nos ayudarán a planificar mejor la futura misión espacial EnVision de la Agencia Espacial Europea.”
Usando la cámara SWIR con filtros especialmente diseñados para los objetivos científicos del proyecto DUVAC, los investigadores Javier Peralta (US) e Itziar Garate-Lopez (UPV/EHU) obtuvieron en febrero de 2025 las primeras imágenes de las nubes profundas de Venus, convirtiendo al Observatorio de Calar Alto en el único lugar junto con el telescopio de la NASA IRTF en el Mauna Kea (Hawaii) donde se están tomando imágenes de Venus de este tipo. Estas primeras imágenes revelan patrones nubosos nunca vistos, cuyos movimientos van a ser estudiados combinando las imágenes obtenidas por ambos observatorios en Almería y Hawaii.
Jesús Aceituno, director de CAHA, añade “Aunque todavía en fase de comisionado, esta estrecha colaboración entre Calar Alto y la Universidad de Sevilla ya está resultando fructífera. Y el futuro es muy prometedor ya que la sensibilidad y rapidez de esta cámara también la hace perfecta para el estudio de impactos en otros cuerpos del Sistema Solar, ocultaciones estelares por parte de cuerpos más allá de Neptuno, y para tránsitos de exoplanetas, entre otros”.
CONTACTOS
Unidad de Sevilla (US)
Javier Peralta
Observatorio de Calar Alto
Gilles Bergond
El Observatorio de Calar Alto es una de las infraestructuras que pertenecen al Mapa Nacional de Infraestructuras Científicas y Técnicas SIngulares (ICTS), aprobado por el Consejo de Política Científica, Tecnológica y de Innovación (CPCTI) el 11 de marzo de 2022.
COMUNICACIÓN - OBSERVATORIO DE CALAR ALTO