El espacio interplanetario del Sistema Solar no está vacío. Entre los planetas circulan multitud de cuerpos menores. Las regiones internas del sistema reciben de manera ocasional la visita de cuerpos helados que, al aproximarse al Sol, se subliman y exhiben las características habituales de los cometas. Pero en esta zona hay también una población permanente de cuerpos menores compuestos por materiales refractarios (minerales rocosos y metálicos), desde las decenas de quilómetros de tamaño hasta dimensiones microscópicas. Mientras que los objetos mayores de esta población se denominan asteroides, los más pequeños se clasifican como meteoroides. La frontera entre ambas categorías es arbitraria y difusa. El objeto 2012DA14 que hoy se aproxima a la Tierra, descubierto el año anterior desde un observatorio con instrumentación amater situado en la provincia de Granada, es de dimensiones y composición pobremente conocidas, y se halla en esta zona de transición. 2012DA14 se aproxima esta noche a una distancia de menos de 30 000 km de la superficie terrestre, por debajo incluso de la región ocupada por los satélites artificiales geoestacionarios. ¿Hasta qué punto es este fenómeno una rareza excepcional?
Los asteroides y meteoroides siguen una distribución de tamaños y masas que indica que abundan muchísimo más cuanto menores sean sus dimensiones. Los estudios realizados desde el Instituto de Astrofísica de Andalucía sobre la abundancia de estos objetos en el entorno de la Tierra, así como sobre su distribución de tamaños, indican que los cuerpos similares a 2012DA14 no son infrecuentes, y que sus aproximaciones cercanas a la Tierra son un fenómeno habitual. En palabras de José Luis Ortiz, que encabeza esta línea de investigación en el IAA: «De acuerdo con nuestros estudios de impactos de meteoroides contra la Luna, concluimos que se produce el acercamiento de un asteroide de decenas de metros de tamaño a pocas decenas de miles de km de la tierra cada cinco años, aproximadamente». Según Ortiz y su equipo, lo especial de este caso es que nos hayamos dado cuenta, lo que puede permitir un estudio más detallado del fenómeno, pero no se trata, en absoluto, de un evento excepcional. Es más, prosigue Ortiz: «Unos cálculos elementales indican además que cabe esperar un impacto contra la Tierra de un objeto con decenas de metros cada 200 años aproximadamente, lo cual concuerda con los registros del evento de Tunguska en 1908 o con otros impactos más ligeros y recientes».
Ortiz nos recuerda que no hace tanto que se pronosticó el acercamiento de un asteroide que llegó incluso a chocar contra la Tierra en el norte de Sudán, cerca ya de Egipto, el objeto 2008TC3, del cual llegaron a recuperarse incluso fragmentos, y el 14 de febrero de 2013 se ha registrado el impacto (esta vez no previsto) de otro meteoroide similar en Rusia, sin relación alguna con 2012DA14 según las primeras informaciones.
Las observaciones del equipo del IAA, de las que se encarga el astrónomo René Duffard con la colaboración del personal de Calar Alto, recurren al instrumento CAFOS acoplada al telescopio reflector Zeiss de 2.2 m de abertura y pretenden obtener información espectroscópica del asteroide o meteoroide, con la intención de obtener datos cuantitativos acerca de la naturaleza física del objeto y determinar con más precisión sus dimensiones, cuyas estimaciones hasta ahora son muy inciertas y basadas en mútiples suposiciones que bien podrían ser erróneas. ...
© Observatorio de Calar Alto, febrero 2013